Barbareña de corazón

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El testigo principal de sus vivencias ha sido el cantón de Santa Bárbara donde doña Emérita Murillo ha estado durante sus 84 años de vida, así lo afirma la barbareña.

A pesar de que son tantos años de transcurrir por las mismas calles doña Emérita asegura que es poco tiempo el que tiene de visitar el Centro Diurno de Ancianos de Santa Bárbara de Heredia (Cendas) nos cuenta que son al menos tres meses los que tiene de visitar el centro, y con gran orgullo afirma que es un lugar bellísimo y lo mejor que le ha pasado en la vida.

Este centro es algo impresionante, aquí todos somos una sola persona; el problema o la preocupación de alguno es el problema de todos así ha sido siempre. Somos muy hermanables y todos nos queremos, si tengo algún problema que me agobia mucho apenas entro a Cendas se me olvida por completo porque aquí es un lugar de descanso y diversión.

Emérita Murillo

Cuando llegamos en las mañanas hasta da un gusto enorme entrar, siempre nos reciben con los brazos abiertos y un beso para cada uno. Laura y Analive (encargadas de Cendas) son todo para nosotros, a pesar de que están tan jóvenes son las mamás para cada uno, en ellas podemos encontrar todo, son cariñosas, comprensivas y siempre están pendientes de nosotros los señores mayores.

A mi criterio Cendas es el mejor proyecto que ha tenido Santa Bárbara, es impresionante lo maravilloso que se siente formar parte de esta gran familia. Montándonos en la línea del tiempo doña Emérita nos hace un recuento pequeño de lo que recuerda de su cantón hace más de 50 años. Santa Bárbara era menos desarrollada, nada estaba asfaltado, las calles eran barrancones, las casas eran terriblemente feas porque la gente era muy pobre y sus casas también, todas estaban hechas con bahareque en cambio ahora todas son de cemento y el comercio también lo que sobre sale es el lujo que le han puesto a las cosas.

Las soditas que se veían antes eran de “mala muerte” como vulgarmente decimos los barbareños. Antes había una plaza donde ahora se ubica el parque, pero no era una plaza como las que vemos hoy, eso era un terreno nada más, lo único que tenía eran los marcos de la cancha. Tampoco existían las paradas de buses y recuerdo que los buses que venían de Heredia llegaban hasta el parque porque hasta ahí llegaba la calle.

Los supermercados en aquellos tiempos no existían tampoco, lo único que podíamos ver eran pulperías y de las más pobres donde no se encontraba de nada afirma entre risas Murillo. Algo que es muy notorio es que en el centro de Santa Bárbara son pocas las casas que aún se mantienen, la mayoría son locales comerciales.

Me parece buenísimo el desarrollo comercial del cantón a pesar de que ha cambiado mucho, porque el beneficio de ese desarrollo es para nosotros los pobladores; uno de esos desarrollos muy importantes fue la construcción del estadio Carlos Alvarado en honor al portero famoso que lleva el mismo nombre, todos sabemos que fue un portero único.

Las costumbres con las que son criadas las personas hoy día no se parecen en nada al pasado, recuerdo que de niña cogía café y tuve que trabajar en casas esos años siempre fueron una lucha intensa para mí. Mi vida no fue tan fácil, tuve que sacar adelante a mis 7 hijos y 3 niños más a los cuales crié y para lograrlo tenía que hacer tortillas que las vendía a una cantina y con eso les daba de comer. También trabajé como ayudante de costurera porque nunca me gustó depender de nadie siempre la “pulseaba” asegura Emérita.

Cuando era niña casi no había con qué entretenernos, yo jugaba cromos con mis compañeras de la escuela, pero era muy tramposa porque me mojaba con un poquito de agua la palma de la mano entonces los cromos se me pegaban y así lograba ganar, también me gustaba brincar mecate pero era muy “mula” para eso nos recuerda entre carcajadas la barbareña.

Lastimosamente llegué hasta quinto de la escuela porque ese año me sacaron para ir a trabajar y ayudar en el hogar, como decía mi papá: “leer, escribir y sacar cuentas es lo que nos importa” y eso fue lo que aprendí y así salí adelante, en ese entonces no existía el colegio por lo que aprendí bastante.

Aún conservo muchas cosas de mi pasado como lo son algunas tradiciones para Semana Santa que está a la vuelta de la esquina, siempre hago las comidas tradicionales, me gustan mucho las procesiones pero no asisto porque la familia sale de paseo a las playas y yo me voy.

Lastimosamente las festividades no son como antes, todo ha cambiado mucho? Lo único que les puedo dejar a los jóvenes es que “luchen porque la vida está muy dura” así concluyó dona Emérita.

Entrevista realizada por:Krisly Arguedas Ramírez

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